Descubrí a Carlos Castán a través del programa de televisión Página 2. Pero fue el blog del programa, y sobretodo el insistente post de su director y presentador, Oscar López, en el que con tanto ahínco celebraba la calidad literaria de su obra, lo que me hizo probar uno de sus libros mejor elogiados: Frio de vivir.
El libro está integrado por 15 relatos, a través de los cuales el autor se adentra con hondura en el campo de batalla de las pulsiones humanas. La mayoría de los personajes viven una vida fracturada por el desaliento y el peso amargo de los recuerdos, las ocasiones perdidas, el deseo insatisfecho, la culpa... y a la vez, por la propia renuncia a intentar de alguna manera recuperar lo perdido, ante la certeza de la derrota.
El desasosiego que impregna todos los relatos hace que, a medida que avanza la lectura, el lector sienta también como una ténue fisura que amenaza con resquebrajar sus propias certidumbres. Al fin y al cabo, los personajes son gente corriente, como cualquiera de nosotros, con unas experiencias acumuladas, un pasado y una existencia, no muy diferentes a la de la mayoría de los mortales. Esto es lo que hace que el libro resulte mucho más escalofriante: la velada fragilidad de nuestra incierta vida normal (título, por cierto, de uno de los últimos libros-manuales de estilo ante la vida, de Luis Rojas Marcos).
Pero lo que más me ha sorprendido del libro ha sido la capacidad del autor de experimentar de manera tan intensa con las emociones más turbadoras y dolorosas que deja a su paso la vida, y mantenerse en pie mientras lo cuenta, pese a que el narrador de muchos de los relatos esté al límite de su justificación vital para seguir haciendolo.
"Que vivir es un ejercicio triste, es algo que he sabido siempre ", comienza diciendo, a modo de confesión desesperada e inútil, el relato titulado "La vida por delante".
Otro de los textos que se incluyen, "La amarga memoria", se inicia así:
" Gerardo lo ha pensado muchas veces y lo más importante de sí mismo son sus recuerdos dolorosos. Nada como ellos determina tan resueltamente su manera de ser, ocupa su tiempo y condiciona sus sueños... Si no somos lo bastante ilusos como para fantasear con la idea de futuro, hemos de reconocer que la vida va siendo el regusto que deja la vida, o en todo caso, ese tránsito implacable que sufren los recuerdos de dulces chocolatinas a montones de ceniza en el fondo del alma... Gerardo lo ha pensado muchas veces, y sin embargo, sus días transcurren plácidos, cree haberse instalado con resignación y calma en el horror de vivir..."
En fín, son muchos los párrafos en los que Carlos Castán, haciendo uso de una prosa bellísima, de sugerentes imágenes y contrastes, nos enfrenta de manera dolorosa a nuestros propios reproches y terrores cotidianos para, acto seguido, cuando parece que ya nos vamos acomodando a una plácida resignación, lanzarnos de nuevo al vacío por medio de un desenlace inesperado que nos vuelve a dejar, literalmente, temblando a la intemperie. Tengo que añadir, sin embargo, que creo que a veces pesa en exceso el intento por parte del autor por dar una forma demasiado circular al argumento.
Entre los relatos que más me han impactado, me quedo con El andén de nieve, con el que se inicia el libro, La reina de los ríos, Una historia barata, pero, por encima de todos: Una cosa es que haga frío, en mi opinión, magistral a todos los niveles.
Pero lo mejor es que cada cual lo experimente por sí mismo; éso sí, una recomendación: mejor leerlo poco a poco, sin prisas, dejando que las palabras vayan calando... por mi parte, se trata de un buen libro a recomendar, y una reflexión imprescindible para navegantes solitarios.
Otros libros del autor son, entre otros: Museo de la Soledad (reeditado por Tropo Editores, 2007) o "Sólo de lo perdido" (Destino, 2008), su última obra.
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