La sabiduría del editor, de Hubert Nyssen, es la segunda de las obras publicadas por Trama Editorial, dentro de su recién inaugurada colección Tipos móviles, dedicada al mundo del libro.
Que se ponga en marcha una nueva colección sobre la industria editorial, vista desde la óptica de los propios profesionales del sector, me parece una iniciativa, cuanto menos, encomiable, ya que, a excepción de las escasas obras que, a modo de memorias del oficio, han publicado a título personal algunos editores, son pocas en nuestro país las editoriales preocupadas por incluir en sus catálogos libros destinados a analizar en profundidad la realidad del mercado editorial.
Hubert Nyssen, fundador de la editorial francesa Actes Sud, uno de los referentes más importantes del sector a nivel internacional, ha recurrido también al libro de memorias para indagar en los avatares y entresijos del oficio, pero no se trata sólo de recordar el pasado, sino también de explicar el presente y de mirar al futuro, aunque el resultado sea en ocasiones una visión teñida de cierta melancolía y desesperanza.
Una reflexión que comienza con el recuerdo de sus primeras tentativas editoriales durante la época universitaria cuando, recién acabada la guerra, Nyssen y un grupo de amigos más deciden fundar una pequeña editorial con la intención de explicarse, a través de la escritura, el horror de lo sucedido y de recomponer las piezas sueltas que había dejado a su paso la guerra. Sin embargo, la falta de recursos y de experiencia hizo que tanto ésta como una 2ª tentativa posterior fracasaran. Pese a las dificultades, y por aquello que dicen de que no hay 2 sin 3, al final lo consiguió, y en 1978 fundó Actes Sud.
Y es que, después de la experiencia que dan los años, Nyssen concluye que el oficio de editor, excepto unas pocas pautas aprendidas que dice haber recordado en ocasiones, se construye día a día a base de una buena dosis de intuición, osadía -aunque a veces pueda parecer locura a los ojos de los demás-, y en no dejarse llevar por lo que él llama el "clientelismo literario". A lo que añade:
Me quedo, como anotación final, con uno de los párrafos en que Nyssen pronostica con dolor el difícil equilibrio en que tendrá que saberse mantener el editor en un futuro próximo:
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