Algunos sábados por la tarde, siempre que algo más urgente no me lo impida, me gusta dejarme caer, junto a mi pareja, por una de las librerías más completas y con más encanto que hay en Barcelona: la librería La Central, de la calle Mallorca.
Centro de contacto de algunas de las voces más interesantes de la narrativa catalana actual, La Central se ha convertido para mí en algo así como un santuario de inspiración, un referente indispensable para estar al día y orientarme de manera saludable por entre el laberíntico panorama literario que nos impone el mercado editorial.
Como indica su página web, La Central "está especializada en filosofía, historia, ciencias sociales, antropología, estudios clásicos y arte. Y está dotada de un importante fondo dedicado al pensamiento contemporáneo. En un espacio de 500 m², acoge un fondo bibliográfico que supera actualmente los 85.000 volúmenes."
Sólo una objección: es difícil cruzar la salida sin la característica bolsa de color rojo bajo el brazo, conteniendo el libro (o los libros) recién adquirido y una sonrisa bobalicona en los labios.
Mas de una vez me ha pasado que, al ir de camino a la librería, se de el caso de que me cruce en La Rambla con algún que otro individuo de aspecto ausente, pertrechado con su correspondiente bolsa roja, que, al igual que yo, acostumbra a acercarse por la Central las tardes del sábado. Y entonces nuestras miradas se han encontrado y, por unos segundos, he creído reconocerlo..., y yo misma me he sentido descubierta impúdicamente ante él. Y es que, para qué negarlo, seguramente ambos nos sentimos fatal e irremediablemente unidos por una misma pasión: no podemos faltar a nuestra cita de los sábados por la tarde.
En mi descargo, tengo que decir que es fácil, para cualquier aficionado a la buena lectura, sentirse seducido por la atrayente atmósfera que se respira en el interior de la librería, por el rumor de tantas páginas por descubrir, interrumpido sólo por el crujir de las pisadas de los otros compradores sobre el parquet; por la pasión que se respira por el oficio, unido a un más que respetable equilibrio entre sensibilidad artística y oportunidad comercial.
Y especialmente, por la experiencia de pasar un buen rato, ojeando tranquilamente los ejemplares; investigando; dejandonos aconsejar sobre las lecturas más interesantes, gracias a los diversos recursos destinados a ello: pegatinas de recomendación sobre la cubierta de los ejemplares, atril de lecturas escogidas, recorridos bibliográficos, espacio reservado para los títulos que más interés han acaparado en los suplementos culturales (-que no los más mediáticos-), recortes de actualidad, tablón de sugerencias de los clientes... O descubriendo las últimas novedades editoriales.
Pero sobretodo, sorprendiendonos ante la suculenta oferta de ediciones antiguas, inéditas y originales, de sellos independientes, ocultas entre su completo y variopinto fondo bibliográfico.
Y especialmente, por la experiencia de pasar un buen rato, ojeando tranquilamente los ejemplares; investigando; dejandonos aconsejar sobre las lecturas más interesantes, gracias a los diversos recursos destinados a ello: pegatinas de recomendación sobre la cubierta de los ejemplares, atril de lecturas escogidas, recorridos bibliográficos, espacio reservado para los títulos que más interés han acaparado en los suplementos culturales (-que no los más mediáticos-), recortes de actualidad, tablón de sugerencias de los clientes... O descubriendo las últimas novedades editoriales.
Pero sobretodo, sorprendiendonos ante la suculenta oferta de ediciones antiguas, inéditas y originales, de sellos independientes, ocultas entre su completo y variopinto fondo bibliográfico.
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