El nombre de la autora Irène Némirovski empezó a sonar en el panorama editorial español tras la publicación en el 2004 de su obra póstuma Suite francesa que, escrita a modo de crónica de los hechos, tiene por escenario la ocupación de París por Hitler en 1940 y el éxodo masivo de la población. La novela, cuyo manuscrito había sido descubierto entre los objetos que la autora legó a sus hijas antes de morir, se convirtió en todo un éxito de ventas.
Poco a poco, a raíz del impacto que provocó la publicación de Suite Francesa, pudimos ir accediendo al resto de su extensa obra novelística: El vino de la soledad, El malentendido, El ardor de la sangre, El maestro de almas, o la que nos ocupa, El baile, todas ellas publicadas en castellano, principalmente, por la editorial Salamandra.
Podemos decir, pues, que Némirovsky pasó repentinamente de ser una escritora totalmente ignorada en nuestro pais, a convertirse en una autora con una obra conocida y un espacio propio en el mercado editorial.
De origen ruso y ascendencia judía, Irène Némirovsky (1903 - 1942) vivió gran parte de su vida exiliada en Francia junto a su familia, huyendo de la revolución rusa.
Se licenció en Letras en la Sorbona. En 1929 escribiría su primera novela, David Golder. A partir de ahí, su éxito fue imparable, convirtiéndose en una de las autoras literarias más reconocidas en Francia. Sin embargo, tras la ocupación nazi, fue deportada al campo de Auschwitz en 1942, donde murió poco tiempo después.
Particularmente, la lectura de El baile, me produjo en su día auténtica fascinación y ganas de saber y leer más sobre la autora.
El relato tiene lugar, principalmente, en el espacio doméstico de los Kampf en la ciudad de París y gira entorno al fastuoso baile que decide organizar la pareja —enriquecidos repentinamente gracias a un golpe de suerte—, con vistas a conseguir introducirse en sociedad y obtener así el reconocimiento social que tanto desean
Por otro lado, Antoinette, su hija de 14 años, sueña con alcanzar la felicidad a través del amor, aunque su madre no le permite encontrar la manera de conseguirlo, pues permanece la mayor parte del tiempo recluida en casa, ya que la joven le resulta un obstáculo en sus esfuerzos por codearse con personas influyentes. Hay además una pequeña subtrama: el amor entre la institutriz de Antoinette y un joven que se hace pasar por su primo.
La obra está muy bien trabada, pese a su sencillez aparente. Se trata de una historia transversal, que se va ensamblando en base a los diferentes episodios en los que cada uno de los protagonistas, a su manera, y soslayando la figura omnipresente de la autoritaria señora Kampf, intenta forjarse una identidad y conseguir su ideal de felicidad en la vida.
Como ya he dicho, casi todas las escenas tienen lugar en el interior del hogar de los Kampf, con su realidad más prosaica, sus miserias personales y conflictos familiares no resueltos. Pero la señora Kampf no está dispuesta a asumir tanta mediocridad. En su pequeño mundo se siente aislada, desconectada de ese entorno exterior ideal de la alta sociedad, al que cree pertenecer por derecho propio.
El proyecto del baile avanza así haciendo equilibrios, la tensión in crescendo recorre toda la obra como un fogonazo de principio a fin. Y algo tan intrascendente, en un principio, como la organización de un baile, se convierte en el detonante que hará añicos la aparente estabilidad familiar —familia que, por otro lado, muchos identifican con la de la propia autora— y los valores tradicionales de la sociedad francesa de la época: los prejuicios sociales, religiosos, las convenciones sociales, la necesidad de aparentar, de medrar en sociedad, la intolerancia, la ambición, el dinero, la maternidad, el paso del tiempo, la búsqueda de la felicidad...
A destacar la concisión narrativa de que hace uso la autora. La combinación de la forma en que se va perfilando el relato por medio de rápidas y significativas pinceladas —pero de manera directa y contundente—, y esa sensación de precario equilibrio que lo sostiene, hace que el lector intuya que, pese a la normalidad aparente, algo está a punto de suceder. Y es que todo cuenta, no hay nada que se nos muestre al azar, todo lo que sucede tiene un significado preciso. Todo parece esperar en un impasse hasta que finalmente contribuya al desenlace final.
Con esta novela Irène Némirovsky parece estarnos diciendo que todos somos responsables de las personas que somos y del mundo en que vivimos. Nuestras acciones, nuestros valores, contribuyen a crear nuestro mundo y el de los demás. No podemos vivir en la separación, estamos conectados y somos parte del otro, nuestras acciones repercuten en el otro. No podemos vivir de espaldas a nuestras emociones, porque, como decía Jung, la negación no libera, oprime.
7 comentarios:
El baile es uno de esos libros que regalo cuando no tengo claro por dónde tirar literariamente. Me pareció una buena lectura, aunque reconozco que no tan excepcional como me habían vendido
Besos
Veo que todos tenemos nuestro libro-comodín. En mi caso, un libro que he leído y releído y que he regalado en más de una ocasión, es "El último encuentro", de Sándor Márai. Gracias por pasar por el blog. Hasta otra ocasión.
A mí me gustó, aunque no me encantó...
Ya se sabe, Ismael, que el hecho de que un libro le llegue a uno particularmente, depende de muchos factores. A veces, incluso el hecho de leerlos en un momento u otro de tu vida influye en que te pueda parecer un libro fascinante o pueda dejarte un tanto frío...
Gracias por tu comentario y bienvenido al blog. Saludos.
No le diría que no.
Genial reseña.
¡Nos leemos! :-)
Me alegro de que la reseña te haya despertado la curiosidad por leer la novela, Abracalibro. Ya me doy por satisfecha :-) ¡Gracias! Saludos.
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