Quien piense en las películas Los pájaros o Rebeca, dirigidas por Alfred Hitchcock, recordará el trasfondo inquietante, el terror psicológico, que dan pie a ambas historias y celebrará poder contar con una nueva edición de la obra de Daphne du Maurier, la autora que inspiró ambos films. Bajo el sello de Alba editorial, acaba de ver la luz Mi prima Rachel, otra de las obras más emblemáticas de Maurier.
Daphne du Maurier (1907-1989), nacida en Londres, siempre tuvo clara su vocación por la literatura. Su primera novela la escribió con algo más de 20 años. La fabulosa mansión de la costa de Cornualles, en la que vivió, sirvió de escenario de algunos de sus relatos, entre los que abundan las historias de tipo gótico-romántico y los cuentos de aventura y misterio.
Mi prima Rachel se publicó por primera vez en 1951 y fue adaptada al cine en 1952 a cargo del director Henry Koster, con Richard Burton en el papel de Philip, el protagonista masculino, y la actriz Olivia de Havilland en el papel de Rachel.
Philip Ashley es un joven que vive en una mansión de Cornualles junto a su tío Ambrose, que se hizo cargo de él cuando quedó huérfano con tan solo tres años. Tras un viaje de Ambrose a Italia para curarse de ciertas dolencias, Philip recibe una carta suya en la que le comunica su matrimonio con Rachel, una prima lejana de ambos con quien se encuentra de forma casual durante su estancia en Florencia. La cosa se complica cuando tras el júbilo de las primeras cartas, el tono de estas se ensombrece y adquiere tintes siniestros que contradicen la inicial felicidad conyugal. Hasta que, finalmente, Philip descubre que su tío ha muerto en una villa de Florencia en extrañas circunstancias.
Mi prima Rachel es una entretenida novela de misterio que sigue los esquemas habituales de la novela tradicional.
En una conocida entrevista con François Truffaut, Alfred Hitchcock mencionaba la importancia en todo relato de misterio de potenciar el suspense frente a la sorpresa repentina a la hora de conseguir el impacto del público. Maurier sigue en la novela esta misma fórmula. Con el fin de sembrar la duda —tanto entre los protagonistas como entre nosotros, los lectores— acerca de las diferentes versiones enfrentadas de la historia, la autora enlaza la visión juvenil e inexperta de Philip, que busca su lugar en el mundo, con la idea de la dificultad del ser humano para percibir la realidad de manera completa y fiable. ¿A qué podemos atenernos cuando la razón nos dice una cosa y nuestro corazón otra? La narración se desarrolla principalmente a dos voces: Philip, que pese a sus sospechas hacia Rachel, no puede evitar sentirse atraído por ella; y Rachel, que parece ocultar más de lo que dice acerca de la muerte de Ambrose. A medida que vamos conociendo más detalles por boca de los protagonistas, la historia, en vez de aclararse, se complica más.
En una conocida entrevista con François Truffaut, Alfred Hitchcock mencionaba la importancia en todo relato de misterio de potenciar el suspense frente a la sorpresa repentina a la hora de conseguir el impacto del público. Maurier sigue en la novela esta misma fórmula. Con el fin de sembrar la duda —tanto entre los protagonistas como entre nosotros, los lectores— acerca de las diferentes versiones enfrentadas de la historia, la autora enlaza la visión juvenil e inexperta de Philip, que busca su lugar en el mundo, con la idea de la dificultad del ser humano para percibir la realidad de manera completa y fiable. ¿A qué podemos atenernos cuando la razón nos dice una cosa y nuestro corazón otra? La narración se desarrolla principalmente a dos voces: Philip, que pese a sus sospechas hacia Rachel, no puede evitar sentirse atraído por ella; y Rachel, que parece ocultar más de lo que dice acerca de la muerte de Ambrose. A medida que vamos conociendo más detalles por boca de los protagonistas, la historia, en vez de aclararse, se complica más.
El principal atractivo del libro es la capacidad para desvelar los detalles más significativos sin incurrir en lo evidente: no hay personajes decididamente ambiciosos o malévolos, todo se mueve dentro de un entorno civilizado e incluso luminoso. Hasta lo monstruoso aparece velado siempre por la ambigüedad, teñido de buen gusto y de inocente felicidad.
Sin embargo, tras la imagen idílica y fraternal de los habitantes de Cornualles, la historia nos descubre también otro aspecto más crudo del pasado del pueblo: el peso de una severa moralidad, presente en ese principio abrupto con que arranca la novela, que contrasta con esa otra visión posterior, refinada y almibarada, de la vida de la campiña :
"Antiguamente ahorcaban a la gente en Four Turnings. Ahora ya no. Ahora los asesinos cumplen el castigo por su crimen en Bodmin, después de un juicio en Assizes. Es decir, si la ley los condena antes de que los mate su propia conciencia. Es mejor así, como una operación quirúrgica. Y entierran el cadáver como Dios manda, aunque en una tumba sin nombre."
Philip, en su proceso de maduración personal, vive en propia piel la confrontación de dos mentalidades que se contraponen de manera sutil a lo largo de toda la novela. Por un lado, la importancia de respetar la tradición y las convenciones sociales —legadas, al igual que el patrimonio familiar, de generación en generación. De otro, la pulsión romántica de quien decide sentirse libre y ajeno a las presiones sociales.
En su mansión Ambrose y Philip viven como en un espacio aparte, donde no hay lugar para las mujeres; tampoco para muchas de las comodidades y las complicaciones que supone la vida doméstica. Por eso, cuando Rachel irrumpe en escena, el choque emocional es aún más fuerte. Para su estrecho mundo, en el que ambos parecen evocar de manera indirecta el mito del buen salvaje —al que los ilustrados oponían las corrompidas costumbres de la civilización— Rachel, con su carácter vital y cosmopolita, representa el elemento civilizado y perturbador.
Maurier domina habilmente el uso del tiempo narrativo, con una trama que se despliega ante el lector de manera pausada y meticulosa. A medida que las visiones del pasado y del presente confluyen, la historia se convierte en una especie de juego de pistas verdaderas y falsas que se precipita hacia el final del relato.
Una novela que disfrutarán especialmente los aficionados a la novela tradicional de corte decimonónico, caracterizadas por sus cuidadas ambientaciones y variadas tramas y subtramas. Por otro lado, es una buena muestra para comprender el éxito que alcanzó Daphne du Maurier entre el público, que la llevó a ser considerada como una de las escritoras inglesas más populares en su época en el género del suspense.
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